sábado, 11 de diciembre de 2010

¡¡ QUE SE SEPAREN, …PERO QUE NOS DEJEN EN PAZ !!


       

Esta semana, en una capital de provincia, he sido testigo casual de una  escena que tuvo lugar en un centro comercial. Un matrimonio estaba escogiendo productos para llenar su cesta de la compra. La señora acababa de escoger un vino con Denominación de Origen de una comarca catalana y, de repente, el marido dice:”” ¡no!, este vino déjalo que es de Cataluña; que se lo beban los catalanes, estoy más harto de esa gente….””

Me pareció una reacción deplorable y, probablemente, producto más que nada de una falta de información o quizás de una amplia desinformación. En cualquier caso, se desprendía de aquellas apalabras que la imagen de Cataluña y los catalanes, salvando las excepciones que sean necesarias, no es la mejor de las posibles en estos momentos. Porque, además, no es anómalo escuchar en algunos círculos alejados de Cataluña comentarios como: “¡pues si se quieren separar que se separen y nos dejen en paz!”. Estoy convencido que no es un sentimiento o una postura generalizada en el resto de España, pero a mi personalmente me parece lamentable que esas reacciones se produzcan.

Recuerdo ahora las intervenciones parlamentarias de Miguel Roca i Junyent, uno de los padres de la Constitución, que militaba entonces en el partido Convergencia Democrática de Cataluña. Miguel Roca, proyectaba una imagen de  persona ponderada, afable, era la sensatez personificada que, en cierta medida se hacia extensiva al ciudadano catalán. Viví aquellos momentos en Madrid, y entonces podía advertirse un cierto escepticismo respecto a la manera de ser de los catalanes, pero por otra parte se admitía también su laboriosidad, la importancia que daban al ahorro, y su visión de futuro.

Los últimos años la política seguida por el Gobierno del tripartito no ha sido bien valorada, como han puesto en evidencia los últimos resultados electorales celebrados en Cataluña. El inminente nuevo Presidente de la Generalitat,  Artur Más, es previsible que tenga que replantearse muchas cosas, según se desprende de sus manifestaciones a lo largo de la campaña electoral. Para España, como un todo, es determinante que exista un buen entendimiento entre los gobernantes de la Autonomía de Cataluña y los de la Administración del Estado. El tema del concierto económico parece que  será prioritario. Es previsible un intenso debate, en el que sería de desear se utilizasen argumentos y datos objetivos, más allá de planteamientos políticos interesados. Al país le interesa que no se abuse de la crispación entre la clase política, y la ciudadanía espera, ansía ya me atrevo a decir, que la economía arranque sin demora.

La valoración que se hace de Artur Más en Cataluña es positiva. Conoce bien el mundo de la economía e intuyo que sabe bien los puntos débiles que la aquejan. Sin embargo,  una gran mayoría de ciudadanos, llevados de su realismo no piensan tanto en temas que, hoy por hoy, no van a contribuir de manera clara e inmediata a solucionar los problemas de carácter social y económico. Puede ser legítimo que la Generalitat pretenda un Estatut mejor, más amplio e incluso exigente, pero que no se confundan, ahora la mayoría de la sociedad catalana tiene otras aspiraciones más prioritarias, como: apoyar al tejido empresarial, Pymes y autónomos, generar empleo, reducir los impuestos todo lo posible, mejorar la eficiencia en el Sector público y otorgar atención preferente a la mejora de la educación. Seguro que la gente lo agradecía.
  

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