martes, 28 de diciembre de 2010

GLOBALIZACIÓN: UNA GUERRA EN LA QUE VALE TODO


               

A lo largo de las últimas semanas algunos medios de comunicación se están refiriendo  al contenido de varios miles de documentos que llegaron a poder de Wikileaks que  hacen alusión  a distintas actuaciones de la diplomacia de EE UU en el campo internacional. La publicación de los contenidos de los distintos cables, de contenido reservado en la mayoría de los casos, ha supuesto un duro golpe para la Secretaria de Estado estadounidense y su cuerpo diplomático, puesto que si, como parece, los documentos tienen el grado de fiabilidad que se les presupone, han puesto al descubierto acciones y gestiones del gobierno norteamericano que podrían minar tanto el prestigio como la fiabilidad de EE UU ante el mundo occidental.

Puede que el contenido de los documentos publicados no pase de ser un conjunto de comentarios de poca trascendencia o incluso impertinentes en algunos casos pero, a mi juicio, lo remarcable es que dentro de la geoestrategia de un gobierno, en este caso el de EE UU, parece existir una fuerte conexión con los temas que están íntimamente relacionados con  intereses económicos que vinculan a las empresas nacionales en el ámbito internacional en que se mueven.

El mundo ha evolucionado hacia la globalización de los mercados. En el caso de España, existen ya un cierto número de empresas nacionales destacadas que actúan en mercados extranjeros, donde tienen presencia física. La actividad empresarial llevada a cabo en un país extranjero exige luchar por conseguir una cuota de mercado, supone estudiar y analizar el entorno político, las actuaciones de la competencia, la fortaleza económica de potenciales socios del país en donde se actúa o los protocolos que rigen para tratar con la Administración, en especial en la fase de selección de ofertas para participar en licitaciones y concursos. La competencia a nivel global, se libra en gran medida en el terreno de las influencias, en donde la obtención de información de primera línea se convierte en un arma vital y, en algunos casos, hasta letal para conseguir metas o defender posiciones ya asentadas.

Nuestras embajadas en el extranjero y las oficinas comerciales dependientes de las mismas, constituyen una herramienta básica para apoyar la actividad económica y comercial de las empresas que se lanzan al exterior en busca de oportunidades de negocio. Resulta fundamental en la fase de exploración de un mercado evitar cometer errores y en la etapa de competir para conseguir cuota de mercado el apoyo será sin duda crucial para conseguir resultados satisfactorios.

Hace unos días, en el periódico EL PAÏS, se hacía referencia a las acciones llevadas a cabo por Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado y algunas embajadas del mismo país, para tratar de impedir que la empresa española Sacyr pudiera lograr las obras que están llevando a cabo para la ampliación del Canal de Panamá. Sin entrar en el detalle de esta información, que procede de los papeles dados a conocer por Wikileaks, lo relevante es que en la batalla de la globalización de los negocios es preciso que nuestras empresas cuenten con el apoyo del Estado hasta donde sea necesario.

La inteligencia económica es una materia cada vez más utilizada y desarrollada en el mundo actual, en la que los gobiernos de determinados países, como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, por citar tan sólo algunos ejemplos, le conceden una gran
importancia, porque entienden que conviene que las empresas posean toda la información posible para que puedan negociar los contratos y tratar de superar las actuaciones de los competidores. No puede pasar desapercibido que del éxito de estas negociaciones van a depender futuros puestos de trabajo, situarse en buena posición en  los mercados internacionales y elevar la imagen de capacidad técnica de nuestro tejido empresarial.

Lo importante es  conocer en profundidad el terreno que se pisa, quiénes son los competidores y cómo actúan en el mercado, etc. Pero no menos importante es conocer los planes de los competidores con relación a nuestro propio mercado, porque la globalización actúa de manera transversal cuando se trata de competir. En resumen, aparte de trabajar de manera competitiva y buscar la excelencia en el modo de hacer, nuestras empresas tienen que estar preparadas para defenderse de ataques exteriores que pueden adoptar diversas maneras de actuar, porque la situación económica mundial es equivalente a una guerra en la que vale todo: depreciar monedas, “tentar”  a distribuidores claves, obtener información privilegiada en materia de precios, en fin, lograr todo lo que pueda contribuir a mejorar la posición competitiva de una empresa.


                              




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