viernes, 7 de enero de 2011

¡¡ CABEZA, PECHO Y CO...RAZÓN¡¡


                     


 Doy por sentado que cuando a fin de año el Presidente del Gobierno se expresó de manera tan grave y preocupante, es que debía tener suficiente información objetiva y fiable. “Nos esperan cinco años muy duros”, vino a decir; pues aún así, no puedo menos que sentirme escéptico ante tan negras perspectivas.

Es cierto que a la economía española le afecta el comportamiento de las distintas variables macroeconómicas que en su conjunto registra la Unión Europea, pero hay otros factores no menos importantes que pueden influenciar a España como puede ser la evolución de los precios del petróleo y el gas; el impacto de una escalada de los precios de estas materias primas sobre la producción e inflación nacionales podría arrancar de cuajo las débiles raíces de la incipiente recuperación económica española.

A lo largo de esta legislatura, las previsiones del Gobierno en el campo de la economía no puede decirse que hayan sido acertadas, pues desde ignorar los síntomas de una más que previsible crisis económica se pasó en el tiempo y a fuerza de tener que aceptar evidencias innegables, al pleno reconocimiento de la dura situación actual, con cuatro millones largos de parados. Los “mensajes” que el presidente Obama y la canciller Merkel enviaron al Presidente Rodríguez Zapatero desde Estados Unidos y Alemania, fueron sin duda experiencias amargas para él,  pero surtieron efecto.

Del optimismo injustificado de hace simplemente unos meses, los españoles hemos pasado al pesimismo más negro y exacerbado, pues nada menos que se nos ha anunciado que nos esperan cinco años muy duros, a lo largo de los cuales deberemos afrontar sacrificios y reformas profundas en nuestra forma de vida para poder optar a un futuro mejor. La “felicitación navideña” que el actual Gobierno nos ha enviado no podía ser más deprimente, triste y alarmante. La sufrida y cada día más pobre clase media,  será una vez más la que más va a tener que ajustarse su cinturón.

Ante tan sombrío panorama es natural que se asiente una ola de pesimismo sobre buena parte de la sociedad española. La austeridad por obligación nunca es agradable, aunque no son pocos los que reconocen que no quedan más alternativas. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde, reflexión muy nuestra y que en estos momentos cobra plena actualidad. No es ni mucho menos la primera vez que España ha sufrido y superado otras crisis, y me resulta difícil aceptar que no podamos salir de esta situación con mayor celeridad por complicada que sea.

Me vienen a la memoria las frases o consignas, como que se quiera, lanzada por el mandatario británico, Winston Churchill cuando se dirigió a su país en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial: ¡SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS!, y también la pronunciada no hace mucho por el actual Presidente de los Estados Unidos: ¡YES, WE CAN! En ambos casos eran proclamas que pretendían elevar el ánimo de los ciudadanos.

La objetividad en las situaciones críticas hay que procurar no perderla nunca, pero  para superar cualquier dificultad lo determinante es la actitud que se adopta y el esfuerzo persistente, tenaz. Que nadie se confunda, ni hay atajos ni varitas mágicas, pero con cabeza y corazón cualquier desafío puede afrontarse con garantías de éxito.



martes, 28 de diciembre de 2010

GLOBALIZACIÓN: UNA GUERRA EN LA QUE VALE TODO


               

A lo largo de las últimas semanas algunos medios de comunicación se están refiriendo  al contenido de varios miles de documentos que llegaron a poder de Wikileaks que  hacen alusión  a distintas actuaciones de la diplomacia de EE UU en el campo internacional. La publicación de los contenidos de los distintos cables, de contenido reservado en la mayoría de los casos, ha supuesto un duro golpe para la Secretaria de Estado estadounidense y su cuerpo diplomático, puesto que si, como parece, los documentos tienen el grado de fiabilidad que se les presupone, han puesto al descubierto acciones y gestiones del gobierno norteamericano que podrían minar tanto el prestigio como la fiabilidad de EE UU ante el mundo occidental.

Puede que el contenido de los documentos publicados no pase de ser un conjunto de comentarios de poca trascendencia o incluso impertinentes en algunos casos pero, a mi juicio, lo remarcable es que dentro de la geoestrategia de un gobierno, en este caso el de EE UU, parece existir una fuerte conexión con los temas que están íntimamente relacionados con  intereses económicos que vinculan a las empresas nacionales en el ámbito internacional en que se mueven.

El mundo ha evolucionado hacia la globalización de los mercados. En el caso de España, existen ya un cierto número de empresas nacionales destacadas que actúan en mercados extranjeros, donde tienen presencia física. La actividad empresarial llevada a cabo en un país extranjero exige luchar por conseguir una cuota de mercado, supone estudiar y analizar el entorno político, las actuaciones de la competencia, la fortaleza económica de potenciales socios del país en donde se actúa o los protocolos que rigen para tratar con la Administración, en especial en la fase de selección de ofertas para participar en licitaciones y concursos. La competencia a nivel global, se libra en gran medida en el terreno de las influencias, en donde la obtención de información de primera línea se convierte en un arma vital y, en algunos casos, hasta letal para conseguir metas o defender posiciones ya asentadas.

Nuestras embajadas en el extranjero y las oficinas comerciales dependientes de las mismas, constituyen una herramienta básica para apoyar la actividad económica y comercial de las empresas que se lanzan al exterior en busca de oportunidades de negocio. Resulta fundamental en la fase de exploración de un mercado evitar cometer errores y en la etapa de competir para conseguir cuota de mercado el apoyo será sin duda crucial para conseguir resultados satisfactorios.

Hace unos días, en el periódico EL PAÏS, se hacía referencia a las acciones llevadas a cabo por Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado y algunas embajadas del mismo país, para tratar de impedir que la empresa española Sacyr pudiera lograr las obras que están llevando a cabo para la ampliación del Canal de Panamá. Sin entrar en el detalle de esta información, que procede de los papeles dados a conocer por Wikileaks, lo relevante es que en la batalla de la globalización de los negocios es preciso que nuestras empresas cuenten con el apoyo del Estado hasta donde sea necesario.

La inteligencia económica es una materia cada vez más utilizada y desarrollada en el mundo actual, en la que los gobiernos de determinados países, como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, por citar tan sólo algunos ejemplos, le conceden una gran
importancia, porque entienden que conviene que las empresas posean toda la información posible para que puedan negociar los contratos y tratar de superar las actuaciones de los competidores. No puede pasar desapercibido que del éxito de estas negociaciones van a depender futuros puestos de trabajo, situarse en buena posición en  los mercados internacionales y elevar la imagen de capacidad técnica de nuestro tejido empresarial.

Lo importante es  conocer en profundidad el terreno que se pisa, quiénes son los competidores y cómo actúan en el mercado, etc. Pero no menos importante es conocer los planes de los competidores con relación a nuestro propio mercado, porque la globalización actúa de manera transversal cuando se trata de competir. En resumen, aparte de trabajar de manera competitiva y buscar la excelencia en el modo de hacer, nuestras empresas tienen que estar preparadas para defenderse de ataques exteriores que pueden adoptar diversas maneras de actuar, porque la situación económica mundial es equivalente a una guerra en la que vale todo: depreciar monedas, “tentar”  a distribuidores claves, obtener información privilegiada en materia de precios, en fin, lograr todo lo que pueda contribuir a mejorar la posición competitiva de una empresa.


                              




sábado, 11 de diciembre de 2010

¡¡ QUE SE SEPAREN, …PERO QUE NOS DEJEN EN PAZ !!


       

Esta semana, en una capital de provincia, he sido testigo casual de una  escena que tuvo lugar en un centro comercial. Un matrimonio estaba escogiendo productos para llenar su cesta de la compra. La señora acababa de escoger un vino con Denominación de Origen de una comarca catalana y, de repente, el marido dice:”” ¡no!, este vino déjalo que es de Cataluña; que se lo beban los catalanes, estoy más harto de esa gente….””

Me pareció una reacción deplorable y, probablemente, producto más que nada de una falta de información o quizás de una amplia desinformación. En cualquier caso, se desprendía de aquellas apalabras que la imagen de Cataluña y los catalanes, salvando las excepciones que sean necesarias, no es la mejor de las posibles en estos momentos. Porque, además, no es anómalo escuchar en algunos círculos alejados de Cataluña comentarios como: “¡pues si se quieren separar que se separen y nos dejen en paz!”. Estoy convencido que no es un sentimiento o una postura generalizada en el resto de España, pero a mi personalmente me parece lamentable que esas reacciones se produzcan.

Recuerdo ahora las intervenciones parlamentarias de Miguel Roca i Junyent, uno de los padres de la Constitución, que militaba entonces en el partido Convergencia Democrática de Cataluña. Miguel Roca, proyectaba una imagen de  persona ponderada, afable, era la sensatez personificada que, en cierta medida se hacia extensiva al ciudadano catalán. Viví aquellos momentos en Madrid, y entonces podía advertirse un cierto escepticismo respecto a la manera de ser de los catalanes, pero por otra parte se admitía también su laboriosidad, la importancia que daban al ahorro, y su visión de futuro.

Los últimos años la política seguida por el Gobierno del tripartito no ha sido bien valorada, como han puesto en evidencia los últimos resultados electorales celebrados en Cataluña. El inminente nuevo Presidente de la Generalitat,  Artur Más, es previsible que tenga que replantearse muchas cosas, según se desprende de sus manifestaciones a lo largo de la campaña electoral. Para España, como un todo, es determinante que exista un buen entendimiento entre los gobernantes de la Autonomía de Cataluña y los de la Administración del Estado. El tema del concierto económico parece que  será prioritario. Es previsible un intenso debate, en el que sería de desear se utilizasen argumentos y datos objetivos, más allá de planteamientos políticos interesados. Al país le interesa que no se abuse de la crispación entre la clase política, y la ciudadanía espera, ansía ya me atrevo a decir, que la economía arranque sin demora.

La valoración que se hace de Artur Más en Cataluña es positiva. Conoce bien el mundo de la economía e intuyo que sabe bien los puntos débiles que la aquejan. Sin embargo,  una gran mayoría de ciudadanos, llevados de su realismo no piensan tanto en temas que, hoy por hoy, no van a contribuir de manera clara e inmediata a solucionar los problemas de carácter social y económico. Puede ser legítimo que la Generalitat pretenda un Estatut mejor, más amplio e incluso exigente, pero que no se confundan, ahora la mayoría de la sociedad catalana tiene otras aspiraciones más prioritarias, como: apoyar al tejido empresarial, Pymes y autónomos, generar empleo, reducir los impuestos todo lo posible, mejorar la eficiencia en el Sector público y otorgar atención preferente a la mejora de la educación. Seguro que la gente lo agradecía.
  

lunes, 6 de diciembre de 2010

ASI NO SE PUEDE SEGUIR

Si el clima social se había venido tensando por las distintas preocupaciones que agobian a la ciudadanía: desempleo, dificultades para llegar a fin de mes, inseguridad, etc., solo ha faltado el "plantón" de los controladores aéreos, en días tan propicios para "escaparse" a la búsqueda de un pequeño relajo. Para elevar
el nivel de irritación al que se ha llegado, no sólo de los miles de usuarios del transporte aéreo, sino también de mucha gente que se ha visto afectada, especialmente los familiares que esperaban la llegada de los suyos y, además el sector hostelero, que esperaba un balón de oxígeno.

El Gobierno ha tomado una decisión imperativa, pues la situación demandaba una reacción inmediata para detener el caos que se estaba creando y por eso ha habido una aceptación del público bastante amplia. Posiblemente pueda discutirse la forma en que el Gobierno ha actuado, pero en el fondo la aprobación ha sido mayoritaria. Habrá que esperar unos días para ver en qué acaba esta incidencia, pues cuando la solución es de tinte militar las secuelas no acostumbran a ser pequeñas.

La desazón es general y hay síntomas de que esta situación también habrá que desactivarla, pero para ello los políticos, cualquiera que sea su signo militante, habrán de tomar decisiones, aunque sean amargas y duras. Así no se puede seguir. Al margen de los más de cuatro millones de desempleados, empresarios al borde del colapso, aumento de impagados y concursos de acreedores, los jóvenes que pertenecen a la generación de los ochenta empieza a emigrar hacia países donde consideran que hay más futuro.  No les importa trabajar duro y pasar penurias iniciales, pero esperan con cierta ilusión que tendrán un futuro que aqui no vislumbran. Ahora los emigrantes no serán personas analfabetas, con pantalones de pana y maletas de madera atadas con sogas, ahora será gente formada, universitaria, preparada, con idiomas y conocimientos informáticos, y si esta tendencia, ahora incipiente, se incrementa progresivamente, las consecuencias para España pueden ser nefastas, porque no hay nada peor que descapitalizarse de recursos humanos con alta preparación. Y lo lamentable es que la formación de estos jóvenes costó sacrificios de todo tipo, a las generaciones que ya empiezan a desfilar hacia la jubilación.

Ahora hay que afrontar una crisis económica cuyo final, se diga lo que se diga, no se ve cercana y las consecuencias pueden ser letales para muchas familias. ¿Sería mucho pedir a los partidos políticos, el Gobierno, gobiernos autonómicos, que dejaran de pensar en las próximas elecciones y  en las encuestas de intención de voto, y se dedicasen en cuerpo y alma a parar el deterioro que el país está sufriendo?

Estamos entrando en la época navideña, y, a pesar de los negros presagios, uno se resiste a que le invada el pesimismo y, aún a riesgo de ser tachado de iluso, quiero dar un voto de confianza a quienes rigen y condicionan la vida de los ciudadanos. Ojalá no nos defrauden y no se hundan más en el desprestigio que van acumulando, porque tienen que saber que si no lo hacen, más pronto que tarde, los ciudadanos lo tendrán en cuenta.